lunes, 4 de marzo de 2013

Los dos compartían el amor por la radio


Los dos compartían el amor por la radio y hay cosas que sólo suceden en Navidad. 

Se conocieron mucho tiempo atrás, casi diez años, entre los pasillos de la facultad. David era algo mayor que Juan, pero la edad del primero era lo que menos le preocupaba al segundo cuando cruzaban miradas al salir de las aulas. 

La casualidad y las divertidas noches universitarias, hicieron que una vez coincidieran entre copas y amigos comunes. Esa noche, como si se tratase de algo que ya estuviese escrito, pusieron en práctica miradas, comentarios y hechos más allá que los del pasillo, pero sólo fue durante una noche. Al final de ese curso, David se licenció, se fue a Madrid y Juan seguía en tercero. Ahí se perdieron la pista el uno del otro. 

Las redes sociales y los múltiples avances en la tecnología de las comunicaciones hacen hoy en día uno no pierda la pista de alguien si no quiere. Pero la valentía escaseaba y el miedo al rechazo y el temor a arriesgarnos a algo difícil son barreras que se impone uno sólo. Pasó el tiempo y ambos dieron por imposible que lo suyo tuviese algún sentido.

Las casualidades y los retornos a las ciudades de origen propios de navidad hicieron que David volviese a Sevilla estas navidades. Tras unas copas de más en plena noche de nochebuena, vino a aparecer la valentía que años atrás no, y le mandó un mensaje a Miguel. "Sería un placer que volviésemos a vernos", y así fue, un placer. Cenaron juntos y hablaron de sus vidas, de lo que había cambiado cada uno, de lo mal que está el periodismo actual, de la crisis económica, del pasado, a universidad y de amores surgidos desde entonces. Se sintieron como en casa pero el hecho de que sus vidas estuviesen asentadas en lugares distintos hizo que ninguno de los dos mirara hacia atrás, "pero sentir, sé que sentimos los dos".

Al día siguiente David quiso repetir, y hasta la noche antes de volver a Madrid estuvo insistiéndole a Miguel para que quedaran de nuevo. Miguel en el fondo quería volver a pasar otra noche con él, pues pocas veces se había sentido igual con alguien, pero prefirió decirle que trabajaría hasta tarde porque tenía que entregar unas cuñas de radio en el pueblo donde trabajaba. Una escusa barata. 

Por eso esta noche, después de que Miguel leyese esta frase en mi perfil en una red social, no ha podido evitar decírmelo.
Ninguno de los dos volvió la cabeza para mirar al otro al alejarse. Los dos se arrepintieron después de no haberlo hecho.


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