domingo, 12 de junio de 2011

Como quien tira de una cuerda que se romperá, tirar, tirar, tirar, tirar, tirar...

Debemos dejar de mirarnos el ombligo. No tenemos preocupaciones.
El ser humano es así, y cualquiera podemos vernos reflejados en esto, porque todos actuamos de la misma forma. Cuando encontramos en el camino a alguien válido, que lo da todo por su trabajo, que  se compromete y se vuelca con lo que le pidamos sea o no su obligación, tiramos de la cuerda y forzamos la máquina hasta que inevitablemente se rompe. Qué fácil es delegar todas obligaciones, preocupaciones o pasar los problemas a otro que sabemos que estará allí, porque es así de bueno, porque es profesional y eficiente y no se va a quejar cuando le suelte el muerto.
Las personas tienen un tope, un límite y no somos máquinas. Nuestro organismo tiene mecanismos de defensa que saltan y producen desagradables situaciones cuando no se puede más. Debemos aprender a tragarnos nuestros problemas y más a DAR LAS GRACIAS a aquellas personas que brindan todo su esfuerzo y dedicación en nosotros, o en nuestros hijos. Porque ellos también tienen un vida, familia y preocupaciones. Dejemos de ser tan necios.

Porque tienes que estar ahí, porque eres el pilar básico que aguanta a tres personas y a muchas más de tu entorno. Porque las gracias nunca son suficientes. Porque sin ti todo andaría mal. Porque tu labor día a día con esos niños nadie es capaz de desempeñarla de esa forma. Porque eres perfecta. Porque soy tú siempre y de mayor quiero seguir reflejándome en tí. Porque tienes que seguir reprochándonos lo que hagamos mal y sirviéndonos de apoyo. Porque sin ti todo se derrumba, y eso se demostró anoche. Gracias por tus 50 y por todos los que quedan.