Debemos dejar de mirarnos el ombligo. No tenemos preocupaciones.
El ser humano es así, y cualquiera podemos vernos reflejados en esto, porque todos actuamos de la misma forma. Cuando encontramos en el camino a alguien válido, que lo da todo por su trabajo, que se compromete y se vuelca con lo que le pidamos sea o no su obligación, tiramos de la cuerda y forzamos la máquina hasta que inevitablemente se rompe. Qué fácil es delegar todas obligaciones, preocupaciones o pasar los problemas a otro que sabemos que estará allí, porque es así de bueno, porque es profesional y eficiente y no se va a quejar cuando le suelte el muerto.
Las personas tienen un tope, un límite y no somos máquinas. Nuestro organismo tiene mecanismos de defensa que saltan y producen desagradables situaciones cuando no se puede más. Debemos aprender a tragarnos nuestros problemas y más a DAR LAS GRACIAS a aquellas personas que brindan todo su esfuerzo y dedicación en nosotros, o en nuestros hijos. Porque ellos también tienen un vida, familia y preocupaciones. Dejemos de ser tan necios.
Porque tienes que estar ahí, porque eres el pilar básico que aguanta a tres personas y a muchas más de tu entorno. Porque las gracias nunca son suficientes. Porque sin ti todo andaría mal. Porque tu labor día a día con esos niños nadie es capaz de desempeñarla de esa forma. Porque eres perfecta. Porque soy tú siempre y de mayor quiero seguir reflejándome en tí. Porque tienes que seguir reprochándonos lo que hagamos mal y sirviéndonos de apoyo. Porque sin ti todo se derrumba, y eso se demostró anoche. Gracias por tus 50 y por todos los que quedan.