miércoles, 29 de mayo de 2013

El nombre de las calles: Beatriz de Suabia



Cada día pasamos por ellas, son parte de la columna vertebral de nuestro barrio y las venas de Sevilla. Conocemos sus rincones, recovecos, cuando giran o donde se cortan y nos llevan a nuestra casa, a nuestro bar preferido, o al comercio de confianza, pero ¿sabemos quiénes eran realmente los protagonistas que le dan nombre a las calles de nuestro barrio? En Nervión al día vamos a ir presentándotelas una a una.

Ya era hora de que esta sección la protagonizase una mujer. En este caso una reina, cuya calle cruza nuestro barrio al igual que su sepulcro cruzó España hasta encontrar su lugar en Sevilla. Esta calle que divide el barrio en dos desde Luis Montoto hasta el Mercado de las Palmeritas tiene el nombre de la mujer de Fernando III, el Rey que conquistó Sevilla. Una mujer que en sus escasos treinta años de vida, engendró a diez hijos que dieron mucho que hablar en España.

Beatriz Isabel de Suabia nació en Salamanca en el 1205, y fue una noble alemana que tras su casamiento se convirtió en reina de Castilla y León entre 1220 y 1235, al casarse con Fernando III de Castilla. Aunque sus antepasados no eran del pueblo llano, ya que fue hija de Felipe Duque de Suabia y Rey de Romanos y su madre era hija del Emperador de Constantinopla.

Tras la muerte de su padre, Beatriz de Suabia vivió bajo la tutela deFederico II, nieto de Barbarroja y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien dio la autorización para que se casase con Fernando III, Rey de Castilla y León, llamado El Santo. Fernando III es muy conocido porque durante su reinado se unificaron definitivamente las coronas de Castilla y León, y fueron conquistadas Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia obligando a retroceder a los pueblos musulmanes durante la Reconquista. 

Del casamiento entre Beatriz y Fernando a finales de 1219 en Palencia nacieron muchísimos hijos y de gran relevancia en la historia de España como Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León, Fadrique de Castilla, ejecutado por mandato del anterior; Fernando de Castilla y Suabia, que falleció durante la conquista de Sevilla; Leonor de Castilla y Suabia, Berenguela de Castilla y Suabia, que fue monja, Enrique de Castilla llamado ‘El Senador’ porque tuvo ese cargo en Roma por el Papa Clemente IV; Felipe de Castillaque fue Arzobispo de Sevilla al igual que Sancho de Castilla; Manuel de Castilla y por último María de Borgoña y Suabia.

La sepultura de Beatriz de Suabia es un tema nada exento de polémica, ya que tras su muerte en 1235, fue enterrada en un monasterio de Burgos, pero su hijo Alfonso X el Sabio ordenó que sus restos mortales fueran trasladados a la Catedral de Sevilla en 1279, donde reposaban los restos mortales de Fernando III. En 1948 con motivo del centenario de la conquista de Sevilla, se construyó el sepulcro actual de la reina Beatriz, situado en el lado de la Epístola de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, frente al mausoleo de su hijo Alfonso X el Sabio. 

Para seguir con las peculiaridades de este enterramiento, señalar que en la primitiva Capilla Real de la Catedral de Sevilla estaba colocada una estatua de la reina sentada junto a la Virgen de los Reyes, además también se encontraban imágenes de Fernando III, su marido y Rey de Castilla, y de su hijo Alfonso X el Sabio. Posteriormente, en 1356 Pedro I de Castilla, apodado Pedro I el Cruel, tataranieto de Alfonso X, despojó a estás imágenes de todos los metales preciosos y piedras preciosas que las adornaban.

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lunes, 4 de marzo de 2013

Los dos compartían el amor por la radio


Los dos compartían el amor por la radio y hay cosas que sólo suceden en Navidad. 

Se conocieron mucho tiempo atrás, casi diez años, entre los pasillos de la facultad. David era algo mayor que Juan, pero la edad del primero era lo que menos le preocupaba al segundo cuando cruzaban miradas al salir de las aulas. 

La casualidad y las divertidas noches universitarias, hicieron que una vez coincidieran entre copas y amigos comunes. Esa noche, como si se tratase de algo que ya estuviese escrito, pusieron en práctica miradas, comentarios y hechos más allá que los del pasillo, pero sólo fue durante una noche. Al final de ese curso, David se licenció, se fue a Madrid y Juan seguía en tercero. Ahí se perdieron la pista el uno del otro. 

Las redes sociales y los múltiples avances en la tecnología de las comunicaciones hacen hoy en día uno no pierda la pista de alguien si no quiere. Pero la valentía escaseaba y el miedo al rechazo y el temor a arriesgarnos a algo difícil son barreras que se impone uno sólo. Pasó el tiempo y ambos dieron por imposible que lo suyo tuviese algún sentido.

Las casualidades y los retornos a las ciudades de origen propios de navidad hicieron que David volviese a Sevilla estas navidades. Tras unas copas de más en plena noche de nochebuena, vino a aparecer la valentía que años atrás no, y le mandó un mensaje a Miguel. "Sería un placer que volviésemos a vernos", y así fue, un placer. Cenaron juntos y hablaron de sus vidas, de lo que había cambiado cada uno, de lo mal que está el periodismo actual, de la crisis económica, del pasado, a universidad y de amores surgidos desde entonces. Se sintieron como en casa pero el hecho de que sus vidas estuviesen asentadas en lugares distintos hizo que ninguno de los dos mirara hacia atrás, "pero sentir, sé que sentimos los dos".

Al día siguiente David quiso repetir, y hasta la noche antes de volver a Madrid estuvo insistiéndole a Miguel para que quedaran de nuevo. Miguel en el fondo quería volver a pasar otra noche con él, pues pocas veces se había sentido igual con alguien, pero prefirió decirle que trabajaría hasta tarde porque tenía que entregar unas cuñas de radio en el pueblo donde trabajaba. Una escusa barata. 

Por eso esta noche, después de que Miguel leyese esta frase en mi perfil en una red social, no ha podido evitar decírmelo.
Ninguno de los dos volvió la cabeza para mirar al otro al alejarse. Los dos se arrepintieron después de no haberlo hecho.